Javier Milei
La batalla política, poco a poco, se está ganando, más por la corrupción e ineficacia de los dirigentes de izquierda que por una acción estratégica y coordinada de la derecha; pero no hay que bajar la guardia, Milei y Bukele muestran un camino
Por Francisco Santos
Nayib Bukele y Javier Milei son la misma cara de la moneda, representan el hastío del ciudadano con una clase política desgastada y, en algunos casos, fracasada; el cansancio con el deterioro inmenso en la seguridad y en la calidad de vida. Gustavo Petro, Pedro Castillo y Gabriel Boric son la otra cara de la misma moneda, también representan ese hastío, pero con diferentes soluciones a los mismos problemas.
El fracaso evidente de Petro, Boric y Castillo abre las puertas de par en par al péndulo que regresa hacia una derecha radical o una centro derecha que aún tiene que mostrar resultados reales. Bukele, con una popularidad del 80 por ciento, ha logrado crear un imaginario que le ha funcionado, pero que ha tenido como costo último la restricción a las libertades democráticas. No nos digamos mentiras, al ciudadano de a pie, que ve cómo peligra su vida cuando sale a la calle, esas libertades poco le importan si se siente seguro en su ciudad.
Gustavo Petro durante su declaración en Chile, junto a Gabriel Boric
Milei, por su parte, representa la esperanza de una solución fácil y práctica a una crisis económica que quebró a la Argentina y empobreció a sus ciudadanos. Lali Espósito, una cantante nacida en Buenos Aires, escribió en Twitter ante el resultado electoral: “Qué peligroso. Qué triste”, y la respuesta, masiva por cierto, muestra lo que siente el argentino promedio: “Lo peligroso es que tus hijos no coman”. “Triste es que la gente muera de hambre”. “Triste es que te maten por un celular”.
El Salvador y la Argentina representan los dos extremos de la problemática que afecta a América Latina, la violencia, el primero, y el empobrecimiento, la segunda; son los casos más agudos, exceptuando a Venezuela, que ya es como una segunda Haití en el continente, y el debate político en la región, amplificado por las redes sociales, por ahora se va a mover en esos parámetros.
El candidato presidencial Sergio Massa, del partido Unión por la Patria. REUTERS/Mariana Nedelcu
Los dos meses que faltan para la primera vuelta de la elección presidencial en la Argentina van a ser muy interesantes. Sergio Massa, el candidato de los Kirchner, va a radicalizar el escenario hasta más no poder; veremos si los argentinos se asustan con el futuro o deciden que no quieren más el desastre que llevan viviendo durante las dos últimas décadas. El objetivo del candidato del Gobierno es pasar a segunda vuelta para radicalizar aún más y tratar de pescar votos en un centro diluido.
La crisis económica que se está profundizando le va a costar a Massa, ahí está el espacio de la candidata de centro derecha Patricia Bullrich para buscar pasar a segunda vuelta. La verdad, Milei ya ocupó el espacio que Bullrich necesitaba para ganar las elecciones, por lo que ahora la única aspirante mujer tiene que jugar a lo mismo que Massa, buscar votos en ese centro y en el peronismo blando, pues el discurso radical ya tiene nombre propio.
Jose Antonio Kast, político chileno Europa Press/Contacto/Matias Basualdo
¿Y el resto de la región qué? José Antonio Kast tiene un camino recorrido y es el gran representante de la derecha en Chile; en Colombia aún no hay un heredero de Álvaro Uribe y en Venezuela, María Corina se ganó el espacio que la oposición dejó vacío. Vamos a ver qué pasa en Ecuador este domingo y en Perú el sentimiento contra la izquierda está, pero nadie lo encarna. México tiene una gran candidata, Xochitl Gálvez, que tiene a López Obrador loco, tanto que no para de insultarla en su programa mañanero, mientras que en Brasil, a pesar de todas las acciones legales contra Bolsonaro, el sentimiento contra la izquierda existe y representa casi la mitad de los electores. Lula anda creando la OTAN del Amazonas para distraer la atención dentro de su país.
Lo cierto es que el populismo del siglo XXI le está dejando una gran herencia al continente, la legitimación de la derecha y la extrema derecha política. Los populistas gobernaron durante décadas y dejaron al continente en caos económico y de seguridad; en los dos países donde no lo hicieron, Chile y Colombia, bastaron dos años y un año, respectivamente, para mostrar que esa izquierda es buena para echar cuentos y hacer oposición, pero es pésima para gobernar. El espejo de Venezuela y de Argentina hoy refleja una realidad que Latinoamérica rechaza con contundencia, y que en el caso de Milei le dice con claridad “para la mierda”.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, en una imagen de archivo. EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda
En Colombia las elecciones regionales serán un plebiscito contra el Gobierno y en las cuatro principales ciudades, tres de ellas hoy con alcaldes de izquierda, la reacción va a ser contundente. Sus candidatos hoy ni aparecen en las encuestas y, sin duda, el deterioro de la seguridad solo va a empeorar las cosas para los populistas. Claro, en tres años todo puede pasar, pero Petro ha demostrado tal incapacidad de gobernar que es muy posible que su situación política solo se deteriore.
No hay que olvidar que el péndulo siempre regresa y la derecha tiene que dar resultados, pero los resultados no bastan. Ne es sino ver cómo la izquierda acabó con la reputación de Alvaro Uribe para entender lo que viene y lo que hay que contrarrestar. Hay que aprender de Bukele y su narrativa -el qué y el cómo- que es exitosísima, pues esa izquierda populista sabe de eso, la verdad es lo único que saben hacer. Como será, que aún hoy venden uno de los países más pobres del continente, Cuba, como un paraíso.
El presidente salvadoreño Nayib Bukele. REUTERS/Jose Cabezas
La batalla política poco a poco se está ganando, más por la corrupción e ineficacia de los dirigentes de izquierda que por una acción estratégica y coordinada de la derecha. La división de la derecha en Argentina es una muestra de las grandes debilidades que hoy existen, pero Milei y Bukele muestran un camino.
Quedan tres años para las elecciones presidenciales en Perú, Colombia y Chile. No se puede bajar la guardia, pues China, Rusia y Cuba están muy presentes en la región y tienen gran capacidad de disrupción; por eso, lo de Milei es apenas una batalla en esta guerra por las libertades, la democracia y el desarrollo de la región.