Perú recuerda uno de los enfrentamientos navales más memorables de la historia de nuestra patria

En el año del Bicentenario de la Marina de Guerra del Perú, los hechos ocurridos el 8 de octubre de 1879, durante el Combate Naval de Angamos, cobran una mayor significación al evocarse la valerosa actuación de un grupo de peruanos que a bordo del monitor Huáscar, comandado por el almirante Miguel Grau, no solo dio muestras de destreza militar, sino de un inquebrantable amor por la patria y una exhibición de valores que hoy constituyen el mayor legado para el país.

El sacrificio que lideró Miguel Grau Seminario en el Combate de Angamos, contribuye a la formación de nuestra peruanidad, afirma el Capitán de Corbeta Michel Laguerre Kleimann, jefe del departamento de asuntos históricos y patrimonio documental de la Dirección de Intereses Marítimos, De la Marina de Guerra del Perú, quien considera que hay un antes y un después del 8 de octubre en nuestra memoria nacional y que esa fecha resulta memorable en el calendario cívico y naval.

Asegura que hay una evidencia fáctica al respecto, y es que en todo el Perú, e incluso en 22 países de los tres continentes, hay un parque, una plaza, una calle, un colegio o un monumento a la memoria del almirante Grau. «No hay otro personaje que pueda estar tan presente en nuestra vida cotidiana. Y hablar de Grau es hablar al mismo tiempo de la Marina de Guerra del Perú, que este año conmemora 200 años de existencia, en un país libre e independiente», señala

«La labor que la Marina de Guerra ha venido cumpliendo es la defensa del frente externo histórico convencional, pero también cumple una labor silenciosa de contribución al desarrollo del Perú, a través del SIMA, de la Dirección de Capitanías, de la Dirección de Hidrografía, llevando tecnología, con la la proyección científica de un país a la Antártida. También a través de las PIAS, usando plataformas de la marina, donde se embarcan representantes de diferentes entidades para llevar los servicios del Estado a zonas a las que es difícil acceder.

En estos 200 años, la Marina se ha desplegado más allá de su ámbito natural que es el marítimo, y sigue desplegado en todo el territorio. «Estamos en la Amazonía, en el Lago Titicaca. La Amazonía no se puede comprender si es que no se considera a nuestra Marina. Cuando llegan los primeros vapores a Iquitos en 1864, comienza el crecimiento y su desarrollo se irradia a toda la Amazonía una presencia efectiva del Estado peruano. Igual ocurre en el Lago Titicaca, hace más de 150 años». 

Señala que Miguel Grau es la figura líder, ejemplar, paradigmática de su institución y del Perú. «Grau no es un héroe inventado, o creado para tener un referente. El estudio minucioso y reflexivo de su vida nos evidencia que Grau era una persona coherente con lo que pensaba, con sus creencias, con sus acciones, y en eso coinciden todos los historiadores que no han encontrado algo que manche su vida».

Laguerre asegura que los marinos de hoy son herederos de una gran historia, de una gran tradición, que les exige mantener siempre estándares de servicio al país. «En la Marina tenemos muy presente el concepto de vocación de servicio con sacrificio. Esa es la confianza que la República nos ha proporcionado desde el día de nuestra graduación de los centros de formación. 

La grandeza de Grau

Grau se embarcó a los 9 años en un barco mercante -recuerda Laguerre-, estuvo rodeado de gente de diversos orígenes, alejado de su familia. El hecho corresponde a 1843 cuando los buques mercantes se movían a vela. «Eso exige una fuerza, una disciplina y una serie de lecciones aprendidas nada agradables. La habitabilidad era muy incómoda, con alimentación que no era la mejor y encima le tocó vivir un naufragio, episodio que pudo haberlo alejado del mar, porque vio morir gente. Sin embargo continuó porque tenía vocación por el mar. Ese obstáculo no lo limitó», refiere.

Durante 10 años navegó en todos los mares del mundo. Era un marino forjado en ambientes muy duros. Esa es otra gran lección que él nos da, resalta. Él no tuvo la oportunidad de vivir el proceso de su niñez, de su adolescencia, a estar en un ambiente estable. Y a pesar de eso, Grau tuvo la fuerza de conciencia de decidir ser un hombre que entregaría todas sus luces y su experiencia a la Marina de Guerra del Perú, para defender a la patria y tener una institución profesional, cumplidora de sus misiones.

«En los seis meses que duró la campaña naval durante la Guerra del Pacífico, evitó que el adversario de esos años, desembarcara en territorio peruano e iniciara la fase terrestre. Una vez que el Huáscar fue capturado, solo recién pudo ingresar a nuestro territorio, cuando los aspectos materiales, logísticos, ya no daban más».

El capitán de corbeta asegura que Grau sabía que no iba a durar más en esta campaña. Cuenta que en Julio, antes de zarpar por última vez a la campaña del sur, se dirige al Convento de los Descalzos y se confiesa. Y de acuerdo a las memorias de aquellos años, se encuentra con unos amigos de apellido Paz Soldán, a quienes revela que acababa de entregar su alma a Dios. 

«Grau sabía que su día iba a llegar, y a pesar de eso, a pesar que tenía 8 hijos vivos, que era un diputado en funciones que había solicitado permiso para ir a la guerra, se disculpa, vía un oficio, para decir que no podía seguir asistiendo a las sesiones, porque tenía que servir a la patria, en el mejor lugar que las circunstancias le exigían». 

Laguerre sostiene que lo que pasó en la Guerra del Pacífico es que la Marina peruana, por un tema de crisis financiera internacional que se vivía, no se preparó porque no contaba con el presupuesto que le permitiera tener una flota moderna. «Esa falta de previsión, de política marítima, ocasionó que en la comparación del material de guerra entre los buques chilenos y peruanos, la ventaja se la llevase Chile». 

Si uno lee los discursos o las memorias de los ministros de Guerra y Marina que daban al Congreso después de la guerra, todos hablan de la importancia de contar con un poder naval. Producto de este esfuerzo de largo aliento es que el Perú, recién en 1906, pudo contar con dos nuevos cruceros: el almirante Grau y el crucero Coronel Bolognesi. «Fue el punto de inicio del resurgimiento de la armada en el aspecto material. Luego vienen años en que se contrata a la misión naval francesa, a la misión americana y comienza un desarrollo realmente importante en la Marina que continúa hasta hoy».

Valores heredados

En el tema de valores, con su vida cotidiana, Grau nos enseñó y legó valores como la constancia, la lealtad al Perú, el sacrificio, la templanza, el honor, tanto así que los chilenos no han sido mezquinos en reconocerlo. Desde los informes del Combate de Angamos hasta la repatriación de los restos del almirante, sus discursos, su actitudes, sus gestos hacia el Perú por Grau, han sido de reconocimiento. «Grau es una figura de consenso internacional, de unidad», refiere. 

Este 8 de octubre los peruanos no deberíamos solo recordar, sino reflexionar con el estudio de la vida de Miguel Grau y de la Marina de Guerra como institución que ha acompañado al Perú en estos 200 años de vida independiente. «No se puede comprender la historia del Perú sino se considera el aspecto marítimo y dentro de este, la Marina de Guerra es el actor principal en este ámbito», refiere Laguerre.  

Lecciones de la historia

El capitán de navío (r) e historiador John Rodríguez Asti, quien es presidente de la Comisión de Investigación y Desarrollo Histórico del Instituto de Estudios Histórico Marítimos del Perú, sostiene que no hay conmemoración del Combate de Angamos en la que no se reconozca la valía profesional de Grau en su época, a bordo de los buques mercantes y posteriormente en los buques de guerra. 

«Esas experiencias que tuvo en la infancia y a lo largo de toda su vida le permitieron, como bien nos lo recordaba Jorge Basadre, ser un verdadero profesional del mar. Le dio esa maestría y fue en su momento quien mejor conocía al Huáscar, buque con el que lo identificamos, porque años después de su arribo, Grau asumió su mando y es el marino que mayor tiempo estuvo a bordo como comandante; él conocía cuáles eran las capacidades y las limitaciones de su buque y pese a ello, decide enfrentar a su destino, sabiendo lo que le esperaba».

Lo que nos deja el Combate de Angamos, no obstante de que se trata de una derrota naval, es el mensaje, esa resistencia, esa bravura al combatir. «Pese a encontrarnos ante una situación que de por sí sabemos, será adversa, hay que luchar hasta el final por las cosas que creemos, en este caso, por mantener a nuestra patria incólume».

Refiere que después del 8 de octubre muchos personajes han tratado de establecer las lecciones que nos pudo dejar esta guerra. Afirma que separando la parte política, un gran tema que está pendiente en nuestro país tiene que ver con la institucionalidad. 

«Debemos lograr ser un país mucho más estable, tener instituciones sólidas como es el caso de la Marina de Guerra del Perú, que a lo largo de estos años ha buscado actuar a partir de las lecciones rescatadas de la historia. Eso exige una gran preparación para evitar situaciones como las que se presentaron en 1879, o durante la época de la guerra de la Confederación. En el caso particular de la Marina, evitar situaciones de debilidad naval, como ocurrió entonces, no por una responsabilidad de la institución, sino por parte de quienes nos gobernaron».

Rodríguez Asti asegura que nuestro país debe evitar situaciones, o mejor dicho garantizar que nuestras fuerzas navales, ante una situación bélica, puedan estar en control o dominio del mar. «Siempre debemos estar preparados y ser lo suficientemente disuasivos para mantener ese control».

Asegura que la Marina de Guerra del Perú ha sabido adecuarse a los tiempos actuales, es decir mantener el rol que la Constitución le asigna, pero asumir también los nuevos roles. 

«En la Constitución de 1828, en el artículo 144° se señala que la fuerza pública se compone del Ejército, la Milicia Nacional y la Armada, y en el artículo 145° se menciona que el objeto de la fuerza pública, es defender al Estado contra los enemigos exteriores, asegurar el orden en el interior y sostener la ejecución de las leyes. Esto, trasladado a los tiempos actuales, es la misma misión que hoy tenemos, con otro enunciado, y a eso se han agregado los nuevos roles». 

«En esencia continuamos haciendo lo mismo que hace 200 años y por eso es importante que se desarrollen políticas de Estado, para que nuestra instituciones, como es el caso de la Marina de Guerra, el Ejército y la  Fuerza Aérea, cumplan su misión, como lo establece la Constitución».

Las facetas del héroe

Rodríguez Asti asegura que cada 8 de octubre, los integrante de la Marina de Guerra del Perú recuerdan al héroe en las diversas facetas que tuvo: como marino, como padre de familia, como civil y político, y se recuerda también el acontecimiento de la fecha, que es el Combate de Angamos, en el que un grupo de hombres, liderados por Grau, enfrenta a su destino prácticamente con casi toda la escuadra chilena.

«Se trata de una ceremonia que ya es tradicional y que se celebra en la Plaza Grau del Callao, con un minuto de silencio que se realiza desde 1,984. año del sesquicentenario del natalicio de Grau y que invita a todos los peruanos a recordar el sacrificio de los hombres que tripularon el Huáscar, y no solo de ellos, sino también de todos aquellos marinos, militares y civiles que perdieron la vida en esta guerra, en defensa de la patria».

Afirma que a Grau hay que recordarlo no solo como un marino, sino como un hombre como cualquiera de nosotros. «Hemos podido reconstruir la vida de Grau con todo el epistolario que hay, con todas esas comunicaciones con sus amigos, con su esposa, con algunos integrantes de su familia, lo que nos permite conocer al héroe y cuáles eran sus preocupaciones y su gran amor por la patria.   

«La importancia de Grau, la reflexión que motiva su figura, en los 200 años de la Marina de Guerra del Perú, es que él se constituye en el máximo héroe nacional como consecuencia de haber estado al mando de la escuadra, y al mando del Huáscar durante la campaña naval de la Guerra con Chile».

Sostiene  que a pesar de estas circunstancias que le tocó vivir, en la figura de Grau se resumen muchos de los valores que todo ciudadano debería tener. 

«En los momentos actuales en los que nuestro país se ha visto afectado por una serie de situaciones que han evidenciado falta de valores, hasta en las propias autoridades, es bueno recordar la imagen de nuestros héroes que a lo largo de la historia, destacaron en diversas situaciones en las que nuestra patria se vio amenazada por agentes externos o también, en años recientes, por la subversión».

Andina

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